viernes, 28 de septiembre de 2012

KHALIL GIBRÁN



El segundo de cuatro hermanos, vivió con ellos hasta los 11 años, cuando gran parte de su familia emigra a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades para trabajar y vivir. Antes de ese viaje, aprende de otras personas, entre ellas su abuelo materno, del conocimiento del arte y del saber universal, que fueron base para la literatura y la pintura. Ya con el tiempo aprendió y cultivó con devoción el inglés, lengua que haría famosas sus novelas, aunque no olvidó elárabe, que perfeccionó tras su regreso a Líbano en 1898. Durante esa estancia en su país natal, destaca por su habilidad en el dibujo y nace en él la idea de escribir un libro, El Profeta, que con el tiempo sería su obra cumbre.
En 1902, Gibrán regresó a Boston y sin dejar de escribir, inicia su vocación por la pintura, que le llevaría a ser famoso por doquier; y es en París donde hace exponer sus obras y gana el elogio de la crítica. Luego, en la capital francesa, saca su mejor provecho cultural. En 1912 es publicado el libro Las Alas Rotas que había comenzado en 1906. Sus primeros textos los publica en la revista libanesa "Al-Manarah", una publicación fundada por el propio Gibrán, junto a Youssef Howayek. Inicia también en esa época una serie de viajes por Europa que enriquecerán su bagaje cultural.
Gibrán trabaja en la confección de El Profeta, que finalmente logra publicarse en 1923, con éxito total e imágenes de su propia autoría. Antes había publicado El Loco y posteriormente El Precursor. En esa época, malos presentimientos le invaden el alma y desea retornar a su patria, pero su salud decae constantemente hasta el final de su vida.
En 1917 fija su residencia en Nueva York (ciudad en la que falleció en 1931, a los 48 años).


EL SEGUNDO DIOS
No soy tan poco inteligente
como para ansiar
No vivir,
no ser.

No puedo elegir otro que el más escarpado
De los senderos,
para dejarme llevar
Por el camino de las estaciones,
Y fortalecer el poder de los años;

La simiente sembrar y observar su germinación
En el centro de la tierra;

Alimentar a las flores con el empuje
Con que luego podrá resguardar su existencia,
Y después desenterrarla,
en el momento de empezar
La Tormenta a reír en la selva,

Y a extraer a los seres humanos de la tiniebla
Enigmática;
mas permite que conserven las raíces su
Apego a la Tierra;
Fomentar y sembrar, en él mismo,
la sed de la existencia,

Y transformar a la muerte en el copero,

Brindarle el amor que tiene
su origen en el dolor,

Amor que se sublima en la añoranza,
Que se multiplica en el Anhelo,
Y que se esfuma en el abrazo primero,
Para ceñir su noche
Con las divinas ensoñaciones de los días
Y en ellos verter
Las revelaciones de las noches sagradas,

Y después lograr que sus noches y días
No se metamorfoseen nunca;
Para lograr de su inventiva,

Un águila vigilante en las cumbres;
Y de sus razonamientos
Tormentas de océanos;

Y después darle una mano lenta
Para los juicios y para los deberes morales,
Y un pie pesado en sus cavilaciones;
Para brindarle felicidad para cantar su melopea
Ante nosotros,

Y tristeza para obligarlo
a acudir a nuestro socorro
Y después humillarlo en su orgullo,
En el momento que la Tierra, de hambre,
Grite pidiendo pan;

Para subir su espíritu por sobre el cielo mismo,
Para hacerlo saborear nuestro mañana
Y permitir que su cuerpo se revuelque en el cieno
Y no pueda olvidar,
de esa manera, su ayer.
En esa forma conviene a nuestra Majestad
Gobernar al ser humano
Hasta el fin de los Tiempos,

Regulando su hálito,
Que comienza con el grito de su madre,
Y culmina con el llanto
De sus hijos.
GIBRÁN KHALIL GIBRÁN 


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